La eclosión de la imagen que se produce a partir de la invención de la fotografía ha ido adquiriendo un desarrollo exponencial mediante el cine, la televisión e internet, hasta el punto de crear una adicción de las más arraigadas de la sociedad de consumo. Susan Sontag asegura que «Las sociedades industriales transforman a sus ciudadanos en vaciaderos de imágenes; es la forma más irresistible de contaminación mental».
Si tratamos de escudriñar entre la ingente cantidad de imágenes que a diario nos «vierten» en el cerebro, es fácil hallar muchas fotografías que se distancian de lo que conocemos como realidad. No hay más que fijarse en la iconografía publicitaria, atestada de fantasías visuales que buscan azuzar a los sentimientos del consumidor, relegando casi siempre los argumentos racionales. En el otro extremo están las fotografías vinculadas al fotoperiodismo, limpias de todo adorno, directas, y por ello, en teoría, más sinceras. Pero si ahondamos en esta pureza tendremos que reivindicar necesariamente a los fotógrafos de mirada fresca, libres de ataduras, ajenos a las modas y a los cauces editoriales establecidos...
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Texto y fotografías: Roberto Hoya. Copyright © 2014
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